La Porteña y unas cuantas libras
Evoco la primera vía férrea de Buenos Aires que iba desde Plaza Lavalle hasta Flores (8 km)
Su pintoresco estilo oligarquía de mediados del siglo XIX, incluso el viaje inaugural con el Presidente Mitre en chambergo, rodeado de galeritas, hoy tiene poca prensa. De eso no se habla, intereses mediante..
Para llevar las materias primas destinadas a la industria europea, desde el interior hasta el puerto de Buenos Aires, no bastaban las carretas.
El ferrocarril comenzó su apogeo, aunque lo resistían algunos paisanos pretendiendo cinchar las máquinas con los lazos y el vigor de los “fletes”
En la construcción de las primeras líneas troncales hacia el puerto, realizaron inversiones los Estados Bonaerense y Nacional, amén de algunos particulares o consorcios a los que se les otorgaron enormes extensiones de tierras fiscales a los costados de las vías. Negociado con el que si no pagaban la inversión, andaban cerca.
Terminaron en su mayor parte, concesionadas a los ingleses, también les concesionaron otras directamente,
Convergían hacia el puerto por el que se llevaban nuestras riquezas, aislando a lo que fuera de la línea troncal nos acostumbraron a llamar zonas pobres.
Libras que se hicieron toneladas de carga y billetes.
Ganancia grande fue la de los fletes, ya no los cuadrúpedos parejeros de los gauchos, sino los del alto precio que cobraban por el transporte en la pampa húmeda proveedora de insumos a la madrastra patria.
La construcción de las vías tampoco implicó desarrollo de industria nacional. Todo el material vial o de transporte y hasta el último farol se trajeron de Inglaterra.
Aquí solo se armaban los rieles y edificaciones aportando los durmientes de quebracho, y los peones. Los jefes de capataces para arriba también eran importados.
Como ejemplo nos quedan estaciones por todo el país, en que lo único Nacional es el paso del tiempo y el abandono.
Los ferrocarriles les reportaron a los accionistas muchas libras esterlinas durante más de setenta años, en los que la modernización fue escasa.
Llegamos a tener alrededor de 50.000 kilómetros de vías férreas.
El “default” de los Ingleses
Cuando se imponía una gran inversión, pues el material estaba al borde de la obsolescencia, el Reino Unido que acababa de salir de la segunda guerra mundial nos debía una enorme suma por los productos alimenticios, provistos con prioridad en relación a otros países que también los requerían.
Con la excusa de que en la Argentina gobernaba el Gral. Perón, a quién consideraban antidemocrático a pesar de haber sido elegido por el voto popular, declararon su deuda inconvertible, es decir que la pagarían solo a cambio de los productos o bienes que ellos propusieran y a las calendas griegas (casi sesenta años antes del “default” Argentino).
Nos vimos obligados a pisar el palito.
Un palito de dos mil millones de libras, traducidos a valor actual algo así como cien mil millones de dólares.
La nacionalización de los ferrocarriles y los frigoríficos, era un viejo anhelo, la recuperación del manejo de nuestras riquezas.
En 1947 los ferrocarriles volvieron a ser nuestros. Declaramos la Independencia Económica. Pero no realizamos la imprescindible modernización.
Como en muchas otras empresas públicas predominaron intereses politiqueros y personales con la complicidad de los burócratas sindicales. A los inspirados, o inspiradores, intereses multinacionales les venía como anillo al dedo
El desorden creció hasta alcanzar a buena parte del personal que trabajaba únicamente por el sueldo, sin interés en su tarea, ni pasión por el país.
Atrás habían quedado los loados tiempos del Gral. Mosconi, que en YPF con mínimos aportes del erario, la financiación de la refinería de La Plata fue avalada por sus amigos, exploró la mayor parte de los yacimientos de gas y petróleo del país. El edificio central de YPF , hoy ministerio de Agricultura, se construyó solo con ahorros por autoasegurarse, en vez de contratar los seguros con el Lloyd de Londres.
Mosconi fue despedido de YPF durante el gobierno militar de Uriburu. Su segundo el Ing. Silveyra, a pesar de diferencias personales, prosiguió esa labor durante algunos años. YPF entró luego en una cuesta abajo afín a la privatización y la concesión a empresas extranjeras.
Nosotros al hoyo y ellos al pollo
Del ferrocarril los centros internacionales de poder, lograron trasladar la atención a sus inversiones en industrias de automotores, autos, ómnibus, camiones, aviones, combustibles para moverlos, neumáticos, etc.
Y aunque una locomotora puede arrastrar vagones con carga equivalente a la de cincuenta grandes camiones, nos “convencieron”, para favorecer al transporte automotor, en que abandonáramos a los ferrocarriles a su suerte, invirtiendo ingentes recursos del Estado Argentino en una red vial que no solo complementara, sino que también reemplazara a la férrea.
La zanahoria de la inversión extranjera en filiales de sus fábricas de tu-tú resultó irresistible.
Durante años el tránsito por los caminos fue gratuito, hasta que el Estado saqueado, no dispuso de los medios para las reparaciones de lo que había construido.
Llegamos al peaje, que es como pagar alquiler a quien nos pinta la casa que nosotros construimos, el que no pueda pagarlo que no circule y el transporte se encarece. Se puede vivir con la casa despintada, pero no se pueden transportar mercaderías por internet.
Los ferrocarriles concesionados transportan un mínimo de cargas, la mayoría de los ramales se cerraron, pero reciben en jugosos subsidios, se habla de tres millones de dólares por día, mucho más de lo que perdían los Ferrocarriles en poder del Estado, cuando funcionaban todos los ramales.