miércoles, 14 de mayo de 2008






















FICCIONES Y PREGUNTAS

Para poder establecer cual es la verdadera conveniencia de la comunidad, del conjunto de los seres humanos, convendría formular algunas preguntas y meditar las respuestas.

¿CUÁNTOS CAMPOS EXISTEN?

En primer lugar, el campo de la Producción Sustentable, que trata de dañar lo menos posible a la Naturaleza y producir alimentos que no perjudiquen la salud ni al equilibrio de la vida. A este campo pertenecen los productores naturales, ecológicos, orgánicos, entre ellos los pobladores tradicionales del campo que han sido desalojados de la tierra en que vivían y arrojados a los márgenes de las ciudades y pueblos, o empleados como mano de obra cautiva (esclava, servil o en negro). En nuestros paises, desde la Conquista hasta ahora, se ha asistido a una permanente apropiación de tierras ajenas. Uno de los más grandes crímenes de los conquistadores fue la destrucción de los cultivos andinos en terraza, para rendir a los pobladores por hambre, despojarlos y someterlos a la mita y el yaconazgo.

ENEMIGOS DE LA NATURALEZA Y APROPIADORES DE LA CIENCIA

Con la bandera del progreso tecnológico, grupos ávidos de ganancias, compran el conocimiento científico, patrimonio de la humanidad, y lo usan para alterar el delicado equilibrio de la vida.

Contribuyen a provocar el cambio climático que en forma de grandes cataclísmos, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones, contaminación del agua dulce, disminución de las nieves eternas, del hielo en los polos, elevación del nivel del mar y modificación de las corrientes, se abate sobre los humanos y el resto de las especies.

Procedimientos mafiosos les permitieron la aprobación de cultivos transgénicos, convertidos en dominantes a costa de otros cultivos, y multiplicar el uso de herbicidas (glifosato), abónos químicos, que ellos producen protegidos por patentes, tal como a los bucaneros los protegían las patentes de corso.

Así propagan la desertización y la contaminación. En nuestro país los que cobran sus tóxicos antes que se vendan las cosechas, se llaman Monsanto, Syngenta, etc., quienes invierten sumas importantes en publicidad, a cambio de que sus trapitos no se exhiban al sol.

Los cultivos de cereales transgénicos a base de herbicidas y abonos químicos, en ambas márgenes del Río Uruguay, envenenan el agua dulce de la cuenca del Plata a la par de los vertidos industriales, muy criticados por los “ambientalistas” y chacareros transgénicos, que desde hace dos años vienen practicando corte de rutas, y mantienen clausurado el puente internacional Gualeguaychú-Fray Bentos.

LOS QUE REGULAN EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER

Chicago alberga el más importante mercado mundial de cereales y derivados, en el operan las 4 ó 5 empresas, entre ellas Cargil, que comercian la producción cerealera argentina y que al formar parte de los que regulan la oferta y la demanda en el mundo se quedan con una parte de lo que deberían recibir los productores, porción tal vez más importante que el último aumento de las retenciones.

En los años 30 del siglo pasado fue creada la Junta Nacional de Granos, que desapareció con el maremoto privatizador, cuando se entregó el control de los principales resortes de la economía, a empresas Extranjeras, multidesangradoras de recursos con anestesia mediática e ideología liberal, que respeta la propiedad privada, siempre que sea de ellos.

LOS DUEÑOS DE LA TIERRA (o la mayor porción de la)

Pueden exhibir títulos de propiedad legítimos. Como los provenientes de los repartos que se realizaron durante la conquista, las múltiples campañas contra los salvajes que las poblaban, hasta aniquilarlos para enseñarles a vivir, bajo tierra, la de arriba no la merecían. La enfiteusis de Rivadavia cuyos cánones de arriendo bien interpretaron: se apropiaron de la tierra y no se la pagaron a un estado ineficiente que malversaba las oportunidades, mientras ellos se sacrificaban prestigiando al país y su fama con prodigalidad, en París. En los paquebotes de turismo, llevaban una vaca para popularizar la calidad de la leche fresca.

Tierra, tierra, tierra. Alguien dijo que todo giraba alrededor de la tierra, como en la teoría de Ptolomeo. Las adhesiones se retribuian con tierra y a los enemigos se les quitaba la tierra. Porque la posesión de la tierra importa poder y gobierne quien gobierne, ese poder se mantendrá incólumne, de allí que sean muy respetadas las Sociedades de los Dueños de la Tierra, que como únicos y verdaderos señores, se lo merecen. ¡Qué tanto j....! Y quien se atreva a objetar sus rentas que se atenga a las consecuencias.

USUREROS Y OPORTUNISTAS

En el Martín Fierro, el pulpero fiaba uno y cobraba tres, en armonía con la autoridad de la época, el sr.juez de paz. Hoy en día las utilidades usurarias, las obtienen los pools (el pool es un juego) de siembra (de soja transgénica), que arriendan la tierra y al cabo de unos meses, tras la cosecha, obtienen jugosos dividendos y la devuelven a sus propietarios, pero el jugo que extrajeron de la tierra la deja exhausta, pobrecita, solo sirve para seguir sembrando transgénicos con dósis crecientes de abonos químicos. ¡ Good show, utilidades contantes y sonantes y hasta la próxima temporada!

MONTE CON TRAMPA Y NAIPES MARCADOS

El monte criollo, y me refiero especialmente a los del Norte semiárido con los que convivo, no sólo descontaminan el aire reduciendo el nivel de óxido de carbono, principal causante del efecto invernadero y retienen el agua en la temporada de lluvias que suelen ser torrenciales, sino que poseen infinidad de frutos semillas y vainas muy nutritivas, cuya recolección y uso no se populariza porque obedecemos la demanda del mercado internacional y en Europa no se consiguen.

Son conocidas las virtudes alimenticias de la harina de algarrobo, pero casi se ha perdido el cultivo de la chía autóctona, que proporciona además de harina nutritiva, un aceite de calidad comparable al de oliva.

Me atrevo a afirmar que brindando cuidados simples y accesibles a una hectárea de monte puede producir tanto forraje como el sorgo, sin los gastos y cuidados de la siembra. Sería hora que la ciencia agronómica estudiara las variedades alimenticias existente en el monte criollo y esa enorme riqueza hiciera más justa la repartija.

Pero la avidez y el afán de lucro de los sojeros es por ganancia en mano, o en sus bolsillos, y no por pájaros volando, así desmontaron más de 2.000.000 de hectáreas, y amenazan no dejarnos los restos que van quedando, qué les importa en su miopía, la biodiversidad y los desastres naturales que intensifica el desmonte.

El último ex gobernador de Salta, hijo o nieto de humildes inmigrantes como somos muchos, reconocido multimillonario con un patrimonio incalculable, autorizó poco antes de finalizar su mandato, el desmonte de 400.000 hectáreas, negociado del que sus allegados sacan tajada, y los ex pobladores expulsados y sin chistar hacia la orilla de los pueblos, o las villas de las urbes, donde cómodamente pueden envenenarse con paco, o entregarse al delito y motivar la inseguridad.

La expulsión de trabajadores por el campo para exportación es incesante e inhumana.

CHACARERATA SOJERA

Llama la atención que los descendientes de los esforzados labradores que se levantaron en Alcorta, contra la inicua explotación a la que eran sometidos por los terratenientes y exigieron la sanción de una ley de arrendamientos menos injusta, sean hoy la fuerza de choque de las más rancias entidades de terratenientes.

Dime con quien andas y te diré quien eres. Las condiciones favorables para la producción agraria, clima, tierra y demanda mundial de alimentos, han elevado el valor de la hectárea en la pampa húmeda hasta doce mil dólares, es decir que los llamados chacareros con 100 o 150 hectáreas, poseen un patrimonio en tierra de 3 a 5 millones de pesos. Uno de los méritos de sus padres o abuelos inmigrantes, y de la educación pública, les permitió, a los que tenían sed de conocimientos, estudiar hasta convertirse en profesionales. Algunos de ellos arriendan la tierra a los pools, otros demandan a los coherederos rendimientos crecientes para mantener su nivel de vida en las ciudades, y los que se ocupan exclusivamente de la producción agrícola quieren aprovechar el auge para hacerse de más tierras y bienes. ¿Cómo van a aceptar las retenciones móviles? Les prometen devolver parte de las retenciones mediante acreditaciones bancarias, pero no les sirve porque la mayor parte de las operaciones las realizan en negro. Por el mismo motivo, tampoco les interesa adquirir en forma cooperativa o solidaria los gravosos insumos que requiren los cultivos trangénicos para reducir costos.

FEDRALISMO DE OPERETA

Reclaman que se coparticipen las retenciones, porque los caudillos regionales son más presionables y salvo excepciones más venales, que el gobierno nacional con sus aciertos y errores (El canje de la deuda y el nombramiento de una Suprema Corte más imparcial, entre los primeros, los dislates presupuestarios como el tren bala, la prolongación de las concesiones petróliferas, mineras, de telecomunicaciones o medios, a grandes capitales extranjeros que se están haciendo la “América” en la Argentina, la mistificación del INDEC y la inequidad de ingresos de la población en la pobreza, entre los segundos)

No hemos escuchado a los que se abrogan la representación del campo propuestas para aplicar el incremento de las retenciones a fines concretos.

La recuperación, renovación y modernización de los 50.000 kilómetros de red ferroviaria de carga y pasajeros, reduciría el costo de los fletes, la contaminación, los accidentes viales, el uso dispendioso de nuestras reservas de combustibles fósiles, la inversión exagerada en vehículos automotores de carga y pasajeros. Reviviría a centenares de poblaciones que languidecen a la vera de las vías, interconectando otras para moderar el gigantismo central.

O la disminución de las cargas impositivas y de los aportes jubilatorios del personal empleado por los pequeños y medianos productores, para que legalicen su operatoria y blanqueen al personal.

O la extensión de las becas a los jóvenes de hogares humildes para que realicen estudios técnicos o superiores.

O la asignación de nuevos recursos para el desarrollo de energías alternativas, en especial la solar, la mareomotriz y la eólica.

O la extensión de un sistema de salud personalizado, de alta calidad.

O el incremento presupuestario a las Universidades y para la investigación científica, exigiendo calidad educativa, no solo títulos.

LA INTERMEDIACION ESPECULATIVA

Durante el anterior paro con corte de rutas, ante la reducción de la oferta, los precios de los alimentos y productos de primera necesidad se dispararon, los intermediarios especuladores hicieron su Agosto. A los que comemos cuatro veces por día hasta sentirnos saciados, nos resulta incómodo pensar que millones de compatriotas se vieron privados de alimentos esenciales.

Esperamos que no se vuelva a repetir, y los que se abrogan la autoridad de impedir el normal abastecimiento con la panza llena, sean obligados a desistir y debidamente enjuiciados.

ES URGENTE

Detener la creciente sojización de la agricultura y recuperar la Soberanía Alimentaria Nacional.

COPYRIGHT

Cualquier coincidencia con personas, sociedades, o situaciones reales es casual, ya que lo expuesto es producto de la imaginación, una triste pesadilla.















EL MONSTRUO DEL NAHUEL HUAPI

Ya no se trata de un fantasma que se divisa cada tanto, como en el Lago Ness. Este crece día a día a la vista de todo el mundo y nadie se asusta.

En medio de una belleza extraordinaria, rodeado por grandes residencias, hoteles fastuosos, y una comunidad enriquecida por la actividad turística, que las aguas del lago se pudran, merece tan poco interés como la vida de los trabajadores temporarios desocupados o semiocupados.

No se puede creer que con tantos recursos no se puedan emprender las obras de saneamiento imprescindibles.

Si se construyera una red cloacal que confluyera en digestores para tratar los desechos, a la par de mejorar la calidad de las aguas del lago y preservar la naturaleza del Parque Nacional Nahuel Huapi, se obtendría gas metano, apto para su distribución domiciliaria, y abono orgánico (compost) para los jardines o los cultivos de la zona.

Según el acuerdo de Kyoto y otros convenios, se pueden obtener subsidios parciales o totales, por la disminución de contaminantes implícita en la obra.

Tanta desidia no tiene justificativos y sería lamentable que el tema sea esgrimido para orientar al turismo internacional hacia otras direcciones.


COMPOSICION: Los Unicos Privilegiados son algunos niños.

El maestro del último grado nos daba como tarea para casa una composición diaria, inspirado en el silencio de la madrugada al llegar a la escuela me sobraba rollo para escribir dos o tres más.

El pelado Collazo de tarde vendía diarios en Esmeralda y Tucumán. Como todos los canillitas peleaba para retirarlos en Crítica, Razón o Noticias Gráficas, y luego se trepaban a los tranvías en marcha para proveer de noticias frescas, cuando no existía la televisión, a la gente que regresaba del trabajo. A su delantal escolar se le notaba mucho la mugre, estaba muy gastado y no se lo planchaban con bastante almidón para que rechazara la mugre. A mí tampoco me lo planchaban con almidón y también tenía que usar el mismo los seis días de la semana, pero como no era tan viejo se le notaba menos. Otros se lo cambiaban todos los días, o al menos dos veces por semana. El pe-lado era buen compañero, yo le tenía lástima y siempre escribía sus composiciones. Primero a él y luego a los dos o tres que no habían llevado el deber, interpretando cada idiosincracia, era una forma de ejercicio de estilo y de manifestar predicamento.

Cuando visitaba a mis compañeros del grado, la presencia de mayores me inhibía. Aún en casa de Guido donde me trataban con familiaridad y hasta nos facilitaron una máquina de escribir y un cuarto, para “editar” una revista en copias carbónicas que llamamos “Aventuras” y vendimos a los parientes. Guido era el editor jefe yo el libretista, para los dibujos contamos con la colaboración de un artista plástico, amigo de las hermanas mayores de Guido, al que un tiempo después ayudamos a reproducir en yeso sus esculturas, con lo que obtenía algún ingreso en las fiestas de fin de año. Nosotros lijábamos los rebordes y a lo sumo aplicábamos la pintura base, él había preparado los moldes de latex, unía las diversas partes, las pintaba y terminaba. Me gustaban mucho esas esculturas y simpatizaba con el autor, hasta juraría que hubiera ido a ayudarlo gratis, sin las monedas de retribución.

Callejeamos bastante con Guido . Recuerdo una exposición de dibujos, realizados por niños, sobre los horrores de la guerra, que se exponía en una escuela por Av. Entre Ríos y Constitución, o Pavón. Los paseos de la infancia se realizaban a pié, para ahorrar en transporte. Durante el trayecto Guido, cuya familia era más liberal y estaba más ideológizada que la mía, me alertó sobre los funestos propósitos de la

expropiación de los colectivos a sus propietarios-conductores. Nos sentimos agraviados por espíritu de justicia, aunque no usáramos el colectivo.

¡De cuántos temas habremos hablado en las interminables caminatas! Los mandados eran otra oportunidad para gozar de la libertad de la calle, nos atrasaban las inevitables paradas en los negocios de aeromodelismo, entonces en boga. Guido era un entusiasta de los avioncitos de madera balsa en los que invertía sus ahorros, y trató de interesarme sin resultado, yo prefería los veleros que navegaban en la fuente de Plaza Francia, ¿pero conque? ni para una cosa ni para la otra.

Y ahí no terminaba la relación, su indiferencia por la pelota, hubiera pasado, pero le birlaba a su hermano mayor revistas pornográficas, con las que se encerraba en el baño para masturbarse delante mío.

Mi sentido del sexo era más personal. Desde siempre experimenté una atracción por las mujeres adultas. Recuerdo que de muy pequeño, tres o cuatro años, cuando me quedaba a dormir en casa de la abuela y compartía la cama con las hermanas de mi madre, jugaba muy entusiasmado a acariciarles lo que tenían de mujer, quizás en

forma poco perceptible porque nunca dieron señales de despertarse. Más adelante, cuando nos visitaban unas tejedoras, confeccionaban gorros de crochet que vendía mi mamá, percibía el olor de su sexo, los demás parecían no sentirlo, y me ponía rojo como un tomate, todo muy secreto, nunca lo comenté con nadie, pero esperaba que volvieran para oler con fruición.

Los padres de Rosenfeld hacía pocos años que habían conseguido refugio en la argentina huyendo de la persecución de Hitler. En su casa disponíamos de hermosos pisos encerados para jugar al fútbol con once botones, pintados con los colores de las camisetas, que patinaban con ayuda de otro botón para pegarle a uno más chico que hacía de pelota. Podíamos jugar durante horas, nadie nos interrumpía con cosas de grandes, los padres estaban ausentes atendiendo sus ocupaciones, y la mujer de servicio obligada por tanta pulcritud se desentendía de nosotros.

Lo invité a visitarme, pero en mi casa no podíamos jugar tranquilos, mi hermanita se cruzaba a cada momento y mi vieja protestaba porque le rayábamos el piso.

En los bancos de símil mármol pulido de la Plaza, los muchachos más grandes jugaban al fútbol con botones por plata, cinco centavos el gol, pero nos trataban como a pendejos inferiores. En mi concepto con los cinco guitas no se jugaba.

Sin embargo allí conocí a Horacio Scolnik, que se pasaba toda la tarde hasta la noche en la segunda manzana de la Plaza con ellos, aunque era menor que yo. La parálisis infantil le había afectado una pierna, en los picados jugaba de arquero, y tenía un arrojo! Se tiraba sobre la pelota como una bolsa de papas, no le importaban los golpes. Después que me mudé nos seguimos encontrando para ir a la cancha. Justamente a la salida del Monumental en un clásico Boca-River, levanté el alambre de púas para ayudarlo a pasar, cuando un pibe desconocido sacudió el alambre y se lo encajó en la pierna enferma, él acostumbrado al sufrimiento, no dijo nada, pero yo me fui encima del malvado madrugador. Al agresor no lo vi más, me quedó el ojo en compota.

De Horacio supe que alcanzó a recibirse de médico y a especializarse en psiquiatría, murió demasiado jóven.

Calvete sobrino nieto de Juan B. Justo, era muy reservado y no se daba con casi nadie.

Conmigo se llevaba bien, me venía a buscar y hablábamos de libros o de otras cosas, sentados al sol en la Plaza o en los umbrales, pero no jugábamos, ni realizábamos actividad alguna. Para su cumpleaños nos llevaron a una quinta de varias hectáreas, fue la única vez que lo vi correr. A los brindis insistieron para que yo dijera unas palabras, con el antecedente de haber participado en los actos patrióticos, el espiche los hizo reír.

Mi mamá decidió mandarme a la Escuela Industrial, el papá de Calvete se tomó la molestia de comunicarse para sugerirle que era conveniente mandarme al Nacional, no prefijar mi camino y que continuara como compañero de su hijo, pero quien la convencía a mi vieja, y con Calvete no teníamos mucho en común.

Recién volví a encontrarlo en la revisación médica previa al servicio militar, se hizo el sota, me pareció afeminado.

En lo de Soulés, un palacete con enorme jardín al fondo, podíamos patear todo lo que quisiéramos, luego nos servían una riquísima merienda durante la cual se hacía presente la madre, una elegante mujer amable y delicada. Tanta elegancia y delicadeza, tal abundancia en la merienda y en el servicio de mesa, me obligaban a manifestarme como el pibe que todos los días se pasaba un par de horas en la biblioteca Popular de Municipio Bernardino Rivadavia, o en la sala infantil de la del Palacio Pizzurno, y esa personalidad prefería guardarla para mí.

También la familia de Soulés le sugirió a mi vieja que no me mandara a una escuela tan lejana. Habíamos rendido juntos en el Otto Krausse, y por puntaje me correspondía el Industrial de Barracas, él tampoco había entrado al Krausse. La familia lo inscribió en un Incorporado céntrico y prometió conseguirme una beca, me ilusioné. Mi vieja no quiso, Barracas era una obligación que había conquistado y no teníamos necesidad de favores.

Soulés llegaba a la escuela caminando, no era de esos pitucos a los que traían en auto con chofer, acompañados de una joven “miss” sobre la que inventaban fantasías no aptas para las composiciones. Y se llevaban a todos por delante con el beneplácito obsecuente de maestros, temerosos de sus influencias. Por cualquier cosa te puteaban. A la vieja que no me la tocaran, les pegaba un bollo entre los dos apellidos

y que se fueran a quejar al Presidente de la República, o al Jockey Club. En mi cuaderno estampaban el sello AMONESTADO y en manuscrito: por agredir a un compañero.

Casualmente un amigo por esos años, al estilo del “personaje inolvidable de Selecciones”, fue el viejito bibliotecario de la Bernardino Rivadavia, que me aconsejaba lo que leer y escuchaba mis comentarios. Siempre ceremonioso, cuando volvía a la biblioteca después de varios días se interesaba por el motivo de mi ausencia. Ese trato delicado hacía que prefiriera esa biblioteca a la del Palacio Pizzurno, en la que cuidaban los libros pero ignoraban a los lectores.

Como correspondía a una escuela símbolo, construida con columnas monolíticas de granito en homenaje al General del Desierto, que conquistó millones de hectáreas para los de su clase y se transformó él mismo en un gran terrateniente, la despedida de los egresados se programó con bombos y platillos, paseo a un recreo-restaurante delTigre.

Que fueran los que pudieran pagarlo. Diez pesos de 1944, cuando el diario costaba diez centavos y un albañil ganaba cinco pesos por día. Yo soñaba con conocer esos riachos loados por Marcos Sastre en el Temple Argentino. Durante meses eché en el buzoncito de la alcancía cuanta moneda caía a mis manos. Pero el cartero había retirado toda la correspondencia. Mi viejo encontró recursos para cigarrillos después de escolasearse hasta su último mango. En los parques de la ciudad confraternizaban los egresados de escuelas menos monumentales. ¿A quién podía quejarme? De los cuarenta del grado, diecisiete consiguieron disfrutar del Tigre.

Y el maestro que tanto apreciaba mis composiciones, me las hacía leer a las autoridades que visitaban el aula, se abstuvo de contradecir a mi madre sobre la escuela secundaria que me convenía. Como el ingreso al Industrial era muy disputado,

aprovechó la oportunidad de engrosar con uno más el curso pago que dictaba en su casa durante el verano. Cada uno se la rebuscaba como podía y a falta de aguinaldo...

Desde el Centro fui a parar a Barracas.